miércoles, 28 de abril de 2010

SIEMPRE TAN DIFICIL...

Un buen número de japoneses disparaba sus cámaras réflex esquivando y tomando fotos de su diosa en posturas imposibles, mientras esquivaban a una afanosa y algo desesperada azafata en funciones de guardaespaldas de aquel gran ídolo del arte universal. Dedique mi mirada unos instantes a un banco anclado y solitario a mis espaldas y me senté. A los pocos minutos el grupo de fans se alejaba en busca de otros ídolos a los que adorar.
La azafata tomo una postura más acorde y suspiró… ahora la sonrisa era solo para mí… siempre la historia incomoda. Pero cada segundo que nuestras miradas se cruzaban, yo iba tomando conciencia de la provocación a la que estaba sometido, una mirada que desencajaba siglos, una sonrisa que se burlaba de lo conseguido… tenía la sensación que me esperaba desde que fue imaginada y mucho más… delimitada.
La Gio me pareció el retrato sarcástico de todos nosotros, con una mirada burlona de todos nuestros problemas y una solución velada en su sonrisa que me hacía sentir incomodo por la poca importancia que le di a nuestro primer encuentro.

Me llevé un buen rato observándolo. Debía haber entrado con la marea asiática y cuando ésta se retiró a la caza visual de los tesoros expuestos en otras salas, lo descubrí sentado en el banco, solo, inmensamente solo, con la mirada clavada en la enigmática dama .
Al principio, pensé que la cosa iba conmigo. Cuando al marcharse los japoneses relajé mi postura sabiendo que la afluencia a partir de aquel momento sería menor por aproximarse la hora del almuerzo, percibí que me echaba un vistazo, y que, al verse sorprendido por mi mirada, rápidamente centraba su atención en el cuadro. Mi rol de vigía me permitió observarlo con disimulo, a la espera de que sus ojos cometieran un segundo desliz, pero no fue así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario